La asignación de roles en una familia, no es algo claro y voluntario al modo: “os consagro como el encargado de salvar a la tribu”
Hay familias y familias. Con sus particularidades, sus filosofías, sus máquinas de sentido. En algunas, si unx se acerca con cuidado, se puede seguir un hilo que parece enhebrar las historias como si fuera la tanza de un collar de mostacillas. También hay hitos y mitos que trascienden las diferentes generaciones a lo largo y a lo ancho, preparan guiones y asignan posibles roles que presentes y futuros miembros del clan van a jugar.
Lo curioso es cuando los guiones empiezan a ser obsoletos y la temporalidad se trastoca. Textos y personajes anacrónicos, aparecen las grietas. Puedo ver una foto-recuerdo de mi nona, quien perdió a un hijo por el hambre durante la guerra en Italia y me pasaba pan por debajo de la mesa, durante un abundante almuerzo familiar de domingo.
La asignación de roles en una familia, no es algo claro y voluntario al modo: “os consagro como el encargado de salvar a la tribu”. Parece más bien, una transacción extraña que como bien muestra la película tiene su arista de don, la posibilidad de ser parte de una estructura mayor, la filiación, la pertenencia a un grupo, la trasmisión, en el mejor de los casos lazos no solo sanguíneos sino también amorosos pero al mismo tiempo puede notarse una cara mortífera cuando estos roles, o lugares asignados empiezan cristalizarse en detrimento de la singularidad de quienes los encarnan. Es una tela araña que contiene y atrapa en el mismo acto. Entonces, por ejemplo, quien es “fuerte”, sostiene y no puede mostrarse vulnerable, porque podría estar “decepcionando” a “la familia”. O bien, es una característica que no fue escrita en el guión asignado y hasta podría significar traicionarlo.
El don de no tener don pre establecido me pareció una propuesta maravillosa. Es lo que hace que del encuentro de las letras se formen las palabras, y que de ellas nazcan textos, o más bien la invitación a escribir poesía. Un mapa abierto con caminos recorridos y otros por recorrer. Una nave, estrellas y el mar …inmenso, imposible de conocer por completo.
Bruno aparece encarnando no solo aquello de lo que “no puede hablarse”, sino también del “mal uso” del don. Como tiene visiones y las relata, muestra lo que no gusta, entonces es desterrado aunque retorne como eco en la voz de sus parientes. Adquiere consistencia desde el margen y al mismo tiempo es aquello que está presente permanentemente, en tanto silenciado. Bruno vive escondido dentro de la casa, aunque no se sepa, como tantos silencios y secretos que circulan en los hogares. Se alimenta con la comida de la familia y sufre en silencio por ser fiel a la misma. Es la basura debajo de la alfombra. Mirabel en cambio, más joven y desbordante de vitalidad, encarna lo nuevo. Soporta el lugar de la diferencia en vez de huir al exilio, desde una posición activa. Invita a ir más allá del mandato o al menos a hacer un uso singular del texto trasmitido, con respeto. No se deja aplastar por los pesados sentidos familiares, sino que hace uso de los mismos ubicándose ella misma en búsqueda activa del don que sabe que tiene (ser parte ya lo es). A ella el don no le fue impuesto sino que debe salir a conquistarlo desde su propia verdad “a mi verdad no puedo hacerle trampa”, diría Wos.
Es interesante cómo cuando Mirabel comienza a encontrar un lugar propio y a vincularse con su hermana desde allí, incluso puede acompañarla más allá de la rivalidad especular que se venía viendo entre ellas. Se abre otra versión de lazo posible entre ambas, (¿abierto a nuevos sentidos?) que habilita que algo de lo propio de su hermana también aparezca, más allá de los guiones heredados, más allá de los juicios de valor. Haciendo lugar a lo otro en ella misma, se convierte también en trampolín para que su hermana encuentre lo suyo. No hay amenaza ni rivalidad, sino lugar vacío y texto abierto.
Al final de la película hay que volver a levantar la casa, pero sin embargo es una escena llena de entusiasmo, donde los lugares son móviles, ya no hay roles fijos. Son necesarios nuevos cimientos. Las crisis pueden ser oportunidades de cambio, de nuevas construcciones, los textos se leen desde el presente y en las relecturas los sujetos también se transforman y se reinventan. El encanto se rompe y se hace posible la magia. Después de todo, en palabras de Cerati “donde estemos juntos será nuestro hogar”.
«Mirabel en cambio, más joven y desbordante de vitalidad, encarna lo nuevo. Soporta el lugar de la diferencia en vez de huir al exilio, desde una posición activa «
Texto de la Lic. Antonella Bertolli.